El artista más esperado del año, Marilyn Manson, dio un concierto emocionante, colmado de luces, con un buen sonido y una puesta en escena que mezclaba lo musical y lo teatral. |
Daban las 22:55 y las luces se apagaban, luego de una larga y extenuante espera de tres horas (algunos mucho más, como para quienes habían llegado al Coliseo a las 10:00). El escenario se tornó de colores morados y oscuros, y detrás de un gran telón negro se divisaba a Marilyn y su banda entre las sombras.
El bombardeo de cámaras y fotos fue inmediato, algunos nunca dejaron de alzar los brazos para filmar toda la presentación.
Al terminar la canción, tomó una guitarra para tocar ‘Slo-Mo-Tion’, aquí empezó el ‘show’ con su bajista, a quien intimidaba al puro estilo de ‘bullying’ colegial. Durante años Manson ha realizado esto con su bajista, antes lo hacía con Twiggy. |
El espectáculo
Con ‘Hey, cruel world…’ se abrió el concierto, corte de su último álbum ‘Born Villain’. Un micrófono fusionado con una manopla recibía cada grito de la interpretación del cantante mientras se sacaba la máscara y se dejaba ver el maquillaje en los ojos y la barbilla.
Disposable teens’ fue su segundo tema, con el que el artista recibió una bandera que se puso alrededor del cuello mientras contorsionaba sus piernas al son de este tema. Al terminar el público no paraba de vitorear con un ‘olé, olé, olé’ al artista, quien súbitamente apareció en el escenario cambiado de vestimenta con un espectacular vestido rojo de Cardenal de iglesia y ‘armado’ con una pistola, que echaba humo, y ‘bendecía’ a los delirantes fanáticos que, aunque sea, querían sentir un poco de aquel vapor blanco que le llegaba a sus rostros al son de ‘The love song’.
El plato fuerte
Con un velo negro, Marilyn hizo delirar a su público mientras interpretaba su primer éxito internacional ‘Sweet Dreams’, un cover que le dio un giro de 180 grados al tema de la banda Euritmics.
Luego llegó ‘Coma white’, una poderosa balada de su álbum ‘Mechanical animals’, momento cuando el escenario se llenó de tenues luces y de algo parecido a la nieve que caía sobre la banda.
Y llegó el preludio del momento más esperado con ‘Antichrist Superstar’, al ritmo de los gritos sincronizados del público que gritaba “hey, hey” mientras el polémico cantante se subía a un podio con el símbolo dibujado de aquel disco homónimo e interpretaba con una Biblia en mano, de la cual arrancó sus páginas para secarse el sudor y devorárselas una a una, acto que en los 90 fue controversial.
Llegó la hora de ‘No Reflection’, donde cambió su micrófono por uno en forma de cuchillo con el que desgarró una lata de cerveza para demostrar que no era de utilería. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario